Claudia Julieta Parra

El modelo económico se centra en la monopolización del capital en un grupo plutocrático minoritario; esta situación intrínseca del modelo se ha recrudecido con la crisis económica, haciendo insostenible la situación socioeconómica de las capas sociales medias y bajas.

La desaceleración del mercado global ha generado un déficit de Costo de Vida que ha exacerbado la desigualdad, incrementando los índices de pobreza multidimensional y monetaria. Según la OXFAM el 1 por ciento de los más rico ha acaparado casi dos tercios de la nueva riqueza generada en los últimos dos años, casi el doble que el 99 por ciento restante de la humanidad; la fortuna de los milmillonarios aumenta en 2.830 millones de dólares cada día, mientras que los salarios de al menos 1.700 millones de trabajadoras y trabajadores decrece respecto a la media incremental de la inflación, además la pobreza global ha crecido en un 12,3 por ciento.

En Colombia la desigualdad sigue la misma línea global, en el último año y pese a la Recesión Técnica existente, las fortunas de los grandes millonarios se han incrementado en un 19,5 por ciento, siendo la Banca la más beneficiada en gran medida por el favorecimiento que le brinda el incremento de las Tasas de Interés y de la Tasa de Usura; mientras el poder adquisitivo per cápita ha disminuido en 27,9 por ciento y según datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), en febrero la Pobreza Multidimensional a nivel nacional fue de 12,4 por ciento, en las cabeceras municipales fue de 8,32 por ciento y a nivel rural fue de 25,12 por ciento; índices que acentúan la crisis económica y desde luego decrementan el desarrollo integral del país; actualmente existen 19,3 millones de habitantes en la pobreza y 6,9 millones en pobreza extrema.

Sucesivos gobiernos han tratado de subsanar la brecha de desigualdad y mitigar los índices de pobreza, pero se han limitado a atacar las causas a través de subsidios que resultan ser deficitarios y no resuelven ni siquiera medianamente los problemas estructurales, que hacen que la pobreza prolifere y se agudice. El abandono estatal en términos de infraestructura conlleva el incremento de la pobreza multidimensional, pero la pobreza monetaria principalmente está incidida por el bajo poder adquisitivo per cápita, que a su vez está determinado por la falta de empleo formal, y la sobre proliferación del subempleo, que genera una burbuja inflacionaria que relativiza la contracción económica, pero que no incrementa el poder adquisitivo y desde luego no da lugar a suplir ni siquiera los gastos básicos.

La marcada contracción de la economía requiere que el Gobierno trace un plan de emergencia, que en plazo inmediato debe centrarse en la disminución del Gasto Corriente (burocracia, guerra, pago de Deuda Externa) y el incremento del recaudo con función redistributiva y centrándolo en la captación por volumen de capital neto, lo que quiere decir, que debe implementar la tributación de los grandes capitales y empresas con un enfoque redistributivo, no priorizando la inversión y la rentabilidad y congelando la media incremental del pago de pasivos onerosos como es el caso de la Deuda Externa. La reactivación y la solidez implica un cambio de modelo económico o por lo menos un cambio en la política económica y fiscal, priorizando suplir el mercado interno a través del fortalecimiento de la industria y la producción nacional, además de desarrollar planes secuenciales que dinamicen el poder adquisitivo per cápita y decrezcan el costo de los servicios básicos y esenciales.

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