Damaris Izaguirre

El régimen y sus medios de comunicación se han encargado de destruir e instrumentalizar la memoria histórica de las luchas y reivindicaciones gremiales y populares; convirtiéndolas en “festejos” que ocultan la esencia de la lucha de Los Nadie.

Las desiguales y pésimas condiciones laborales y salariales que padecían los trabajadores en el siglo XIX, fueron gestando el movimiento obrero bajo la bandera de: ‘ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso y ocho horas de ocio’; que extendió el movimiento a nivel mundial.

La hegemonía de las clases dominantes en los medios de comunicación ha logrado desarrollar un adoctrinamiento ideológico, que relegó el Primero de mayo a ser una simple remembranza del Día del trabajador; sin embargo, la pobreza que campea por campos y ciudades afectando a Los Nadie, mientras un puñado de adinerados disfrutan de privilegios, dan muestra irrefutable que décadas de exclusión y favorecimiento a los ricos y los políticos que trabajan en pro de beneficios de la élite y no de los colombianos, dejan en evidencia que el directo responsable es el sistema capitalista, lo que reitera que la lucha de clases no es un pasaje de la historia, es algo vigente y que nos debe conminar a la unidad, pero no de gueto o de tendencia política, sino a la unidad de clase, de los de abajo.

El cambio político ocurrido en las elecciones de 2022 y la instauración de un gobierno progresista, no han bastado para lograr los cambios estructurales exigidos por el Estallido Social de 2021; toda vez, que el régimen genocida se perpetúa y ‘a sangre y fuego’ defiende el statu quo. Por esto, los cambios y transformaciones estructurales no vendrán vía decretos presidenciales o del Congreso, dado que el régimen no cede en lo más mínimo y ni siquiera permite aprobar las moderadas reformas propuestas por el gobierno progresista.

La historia nos da muestras irrefutables de que el capitalismo nos impone una lucha de clases, haciendo inaplazable la unidad popular y la lucha decidida por un cambio estructural y definitivo del sistema imperante; no podemos olvidar que ‘solo el pueblo salva al pueblo’.

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