Este 28 de mayo, se aprobó la ley que prohíbe las corridas de toros en Colombia, por fin se logró terminar con una práctica sanguinaria, cruel y bárbara contra los animales, que bajo el disfraz de “cultura” se había logrado sostener con el apoyo del viejo régimen.

Hacía ya varias décadas que se venía dando la pelea porque esta salvaje diversión fuera prohibida. Sin embargo, se argumentaba que la tauromaquia hacia parte de una tradición y cultura. La realidad es que esta es una herencia perversa de las costumbres colonialistas. Cualquier forma de diversión o espectáculo que se base en causarle daño, maltrato o muerte a un animal, no puede considerarse tan siquiera como una forma de entretenimiento, es una práctica de crueldad y tortura.

El hecho en sí mismo es antisocial y nos debe llevar a reflexionar, ya que pasar la página de la Guerra implica cesar cualquier acto que ejerza crueldad sobre los Seres Sintientes y sentipensantes, no podemos hablar de paz mientras nos satisfaga como sociedad la tortura y la barbarie, así sea en contra de un animal. Este tipo de actividades además son opuestas al sentido de comunidad y armonía con la naturaleza, al respeto a la vida; incluso a derechos arrancados al propio régimen, como el logrado hace poco tiempo con el reconocimiento a los animales como seres que “recibirán especial protección contra el sufrimiento y el dolor, en especial, el causado directa o indirectamente por los humanos”: Política nacional de protección animal.

La llamada tauromaquia es realmente tortura, ha sido una de las diversiones de mafias y oligarcas, al ser un espectáculo literalmente de muerte que impulsa la violencia. Basta ver quienes se opusieron e intentaron a toda costa impedir la aprobación de este proyecto de ley: los Representantes del Centro Democrático seguidores del ex presidente Uribe; los mismos que, como el torero, posan de valentía y arrojo ante el débil.

Los guerreristas trataron de defender y sostener la diversión barbárica, como siguen tratando de mantener la violencia y la guerra como mecanismo de imposición y despojo. En hora buena ponerle fin a esta práctica contra los animales. Acabar con la hegemonía de los cultores de la muerte y sus prácticas, es la tarea que del pueblo que defiende la vida.

Previous post EL PERVERTIDO APOYO A NETANYAHU
Next post VIOLACIÓN AL CESE EL FUEGO, ATAQUE CONTRA UNIDADES URBANAS DEL ELN