Comando Central (COCE)

El desarrollo integral y la productividad del país son codependientes de las políticas económicas, que deben priorizar la mitigación del déficit de gasto social, a la vez que debe fortalecer el mercado interno para consolidar una económica sólida, sostenible y sustentable.

El decrecimiento económico global se siente con mayor fuerza en los países como el nuestro con alta dependencia del capital extranjero; además, los altos índices de desempleo y la proliferación del empleo informal o rebusque como única fuente de ingresos, al no solventar tan siquiera los gastos básicos ha gestado un déficit de poder adquisitivo per cápita, ocasionan una caída abrupta de la demanda, que afecta la productividad de las empresas e incrementa considerablemente el costo de vida, que en el primer trimestre del año osciló en 30,6 por ciento

El actual Gobierno ha hecho esfuerzos por decrecer la inflación y el desempleo y en primera instancia los datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) lo favorecen, sin embargo, su decremento no impacta favorablemente el costo de vida y el poder adquisitivo; en lo referente al desempleo este indicador en abril fue de 10,3 por ciento lo cual es positivo si se compara con los datos del año anterior, sin embargo, a la par el empleo informal continúa incrementándose y en este mismo periodo llegó al escandaloso 76,8 por ciento, esto permite sustentar las cifras de decrecimiento del desempleo, pero a su vez genera una burbuja especulativa, ya que aunque hay menos desempleo el poder adquisitivo también disminuye y esto genera una economía volátil y acrecienta la desaceleración económica.

La estabilidad y dinamización de la economía no está inferida únicamente por la ocupación laboral, sino que está determinada por la capacidad de poder adquisitivo per cápita, ya que sin este se reduce la adquisición de bienes y servicios, incluyendo los productos básicos o de primera necesidad; el error de sustentar los datos de productividad y empleo en la economía informal radica en que, aunque esta garantiza fluctuación de masa monetaria, no permite generación sostenida y progresiva de poder adquisitivo per cápita, además pauperiza las condiciones de vida.

El principal problema de nuestra economía no es de orden financiero sino político, de manera mesurada generamos una riqueza (Producto Interno Bruto -PIB-) que puede solventar los pasivos, sin embargo, la política económica implantada por Gobiernos anteriores y sostenida por el actual gobierno se centra en el incremento del Gasto Corriente (burocracia, guerra, pago de intereses de Deuda Externa -DE-), y la constante glosa (pagar deuda, adquiriendo nueva deuda) de la Cuenta Corriente (DE).

Lo peor de todo es que continúan basando el desarrollo y el fomento del empleo en la desgastada y desvirtuada teoría neoliberal del Trickle Down Effect (TDE, por sus siglas en inglés), que plantea que el crecimiento y favorecimiento tributario de las grandes empresas y emporios, supuestamente es beneficioso para la economía nacional, porque permite crear nuevas plazas laborales; desde luego esto no genera empleo ni mucho menos poder adquisitivo; los países que por décadas han aplicado el TDE en su economía no han logrado minimizar la brecha de desigualdad social, ni han incrementado el poder adquisitivo per cápita; por el contrario, a medida que los dividendos del capital privado se incrementan los ricos se vuelven más ricos, los pobres más pobres, se pauperiza el sector asalariado y crece el empleo informal.

Contrario a las tesis neoliberales los hechos demuestran que lo económicamente viable en términos del favorecimiento de toda la población y especial de las capas sociales bajas, es sustentar la economía en el empleo bien remunerado, toda vez que el empleo formal da solidez a las economías familiares y otorga poder adquisitivo per cápita, que inyecta masa monetaria y dinamiza las economías, en otras palabras, los salarios permiten adquirir productos y esto hace que las empresas produzcan más y por ende requieran más empleados, generando la dinamización de la economía.

Salir de la crisis económica y laboral exige cambios estructurales y radicales en los paradigmas económico, financiero, fiscal y tributario; por lo tanto, se hace necesario e inaplazable un cambio estructural en el modelo económico, que conlleva un tributación que abandone la recaudación por volumen (exprimiendo la clase media) y se centre en la recaudación por capacidad de capital, (entre más dinero y capital, mayor tributación), además, se debe disminuir el gasto corriente y los excedentes netos invertirlos en la atención del déficit de gasto social, a la vez que se implementa una política que formalice el empleo y genere solidez laboral e incremente el poder adquisitivo per cápita.

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