Comandante Antonio García

El 19 de febrero, hace un año iniciamos la publicación de esta columna, con el tiempo fue volviéndose semanal. Durante estos doce meses se publicaron 49, sólo faltaron 3 para cubrir en su totalidad las 52 semanas.

Nos paseamos por una diversidad de temas, el referido al proceso de paz entre el Gobierno y el ELN se trató con más rigurosidad, el enfoque ha sido hacer claridades, pues la gente ha recibido mucha contra información, que en esencia es mal intencionada, no producto de la ignorancia, sino de clara intención direccionada por los círculos de poder a través de sus «Empresas de la Comunicación» cumpliendo su oficio.

Como este tema esta semana se ha puesto muy movido a tal punto que «promete ponerse muy interesante» y como dirían en los pueblos: «la cosa está para alquilar balcón». 

La actuación de los funcionarios del Gobierno en la Delegación Diálogos con el ELN, hizo recurrente y prioritario el uso de los micrófonos por fuera de la Mesa. En este espacio, ellos rehúyen dar respuestas coherentes y cuando al final se logra algún acuerdo, de inmediato salen por los micrófonos a desvirtuar lo acordado, para tratar de imponer en la opinión su criterio unilateral, no lo acordado. Siempre tratando de ganar en la opinión lo que en la Mesa no se ha pactado y así tratar de forzar al ELN para que acepte acuerdos por presión de los «Medios». Este ha sido el método preferido de negociación del Gobierno, y por tanto para el ELN será inaceptable.

Si quisiéramos mirar el repertorio de fragilidades en la falta de coherencia del Gobierno, podría ser muy largo, pero para el muestrario, dos botones:

Existe un Acuerdo de las Partes ante los países Garantes y los Acompañantes Permanentes, surtido el día 12 de diciembre de 2022 en Venezuela, consistente en el compromiso por parte del gobierno colombiano de retirar al ELN de la lista de los Grupos Armados Organizados -GAO-. Van más de 440 días y este acuerdo sigue sin cumplirse.

No ha sido posible hacer una evaluación seria y profunda del Cese el Fuego, pues para los militares del gobierno que participan en estas formalidades, su función en el Mecanismo de Monitoreo y verificación -MMV- es parte de una estrategia diversionista, llevando cantidad de suposiciones y acciones que nada tiene que ver con lo realmente pactado, con el fin de saturar el MMV y hacerlo inoperante en incidentes delicados, y cuando estos se presentan ‘se hacen los locos’. Este si es un problema delicado, pero no hay poder humano para que se le coloque seriedad.

Ahora han salido a decir que el ELN «está haciendo una pataleta» por lo que está sucediendo en Nariño. Que eso «se puede hablar con tranquilidad en la Mesa». También han llegado a decir que es una reacción del ELN para «meter presión», pero que al final el «ELN va a ceder». Aunque ahora Otty dice que es una crisis innecesaria. Otros han dicho que es una «sinrazón».

Sabiendo que es un gran error que han cometido, así se lo hemos expresado, ahora quieren minimizarlo. Pero esto es más serio y grave que lo que parece, y por tanto nos ha conducido a un congelamiento de los diálogos. Para hacerlo más claro vamos explicar un poco más «la razón de la sinrazón».

Lo acordado con el Gobierno es la creación de una sola instancia de diálogo que se llama Mesa, donde participan formalmente representantes autorizados de las dos partes: Gobierno Nacional y ELN.

Ahora aparece un «supuesto proceso de paz regional» entre el Gobierno Nacional y una supuesta estructura regional del ELN en Nariño.

Pero lo que realmente viene sucediendo es una operación de inteligencia militar iniciada por gobiernos anteriores, que Iván Duque mantuvo activa para golpear a profundidad al ELN. Pero como los organismos de inteligencia dieron por hecho que sería un gran golpe contra la Comandancia del ELN y culminarían con el desmantelamiento de todo el ELN, los gobiernos, incluido el de Petro, le dieron continuidad.

El asunto es más delicado de lo que parece, pues en la orientación de dicho plan participaron generales, Ministros de Defensa y Presidentes. Era tentador el plan, aniquilar al Comando Central del ELN, operaciones que iniciaron en 2014 y siguieron con Duque en el 2018, quien se atrevió a formular un plan para capturar o matar a la Delegación, en un montaje de reanudar los diálogos entre 2018 y 2019, planes que terminaron frustrados, pues fueron descubiertos.

Luego con el actual Presidente han continuado dichos planes contra el Comando Central y mandos de los Frentes de Guerra, lo delicado es que dichas acciones han sido realizadas en medio del Cese el Fuego pactado.

Uno de los principales agentes infiltrados en este plan es uno de los que funge como dirigente guerrillero en Nariño. Dicho tipo cuando se encontraba coordinando en otras estructuras las operaciones de aniquilamiento de integrantes del Comando Central, fue descubierto, y al ser requerido para un proceso de investigación se refugió en dicha estructura y se protegió con otros «colegas» del plan de inteligencia. Estos tipos tenían ese plan dentro de una estrategia del Gobierno, para impulsar la desmovilización de dicha estructura en Nariño y tratar de extenderla a otras estructuras. Lo que está claro es que los actuales integrantes de la Delegación del Gobierno conocían dicho plan, recibían orientaciones superiores para darle curso a este tipo de acciones de inteligencia.

O sea, estamos ante un plan de inteligencia militar para hacerlo pasar como una desmovilización, como quien dice unos agentes de inteligencia haciéndose pasar por «mandos del ELN», para engañar a unos combatientes y pobladores de la región. Esto también podría ser interpretado por el ELN como el montaje de una Mesa de Diálogos, que en el fondo hace parte de una estrategia de guerra. ¡Qué lindo!

Así de clarito se les dijo a los jefes de la Delegación del Gobierno en Cuba.

Ahí no para la cosa, pues ahora estos supuestos mandos de Nariño resultan en una alianza con una banda de la Segunda Marquetalia y un grupo de paramilitares del pacífico, para enfrentarse contra las Bandas de la Primera Marquetalia a fin de disputar el territorio, la minería y «otros negocios de aquellos».

Es un hecho que el gobierno le ha dado prioridad a dicho «proceso de paz regional», pero lo concreto es que están «negociando» con agentes de inteligencia militar del gobierno, o sea «yo con yo», y lo quieren presentar como si fuese con una parte el ELN. Al final es un cuento, que ellos mismos saben que es un cuento, lo delicado es que lo están vendiendo como una realidad a los colombianos.

Este plan de inteligencia tenía como propósito golpear al Comando Central, que al fracasar ahora tratan de proteger a los agentes infiltrados descubiertos y no perder lo invertido buscando sacar provecho, al menos causando confusión con un montaje de una supuesta desmovilización en la región.

Desde luego que el ELN no dejará pasar este hecho del Gobierno, pues fue advertido y ha preferido darle curso a un plan de inteligencia y dejar a un lado un verdadero proceso de paz.

Podría ser tiempo de una corrección por parte del gobierno, pero la experiencia nos dice que corregir errores es de valientes; justificarlos y disfrazarlos es propio de los que persistirán en la mentira.Ahora no faltarán quienes digan que Antonio García salió a amenazar, será chistoso escucharlo. Pero los verdaderos planes de aniquilamiento de la Comandancia no son una amenaza. ¡Qué gracioso!

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